“Dar esperanza” – seis años de construcción de la paz en Colombia. Una entrevista con el abogado y jefe de equipo William Ramirez

A mi me motiva …

Entrevista con William Ramirez, abogado y jefe de equipo para AMBERO Consulting Gesellschaft mbH en Colombia*

“Poder darles esperanza a las víctimas de los hechos de violencia señalando que sí puede haber mecanismos para un cambio, para que encuentren un nuevo sentido a sus vidas y reconstruyan el tejido social […] me motiva”, afirma William Ramírez. El abogado, especializado en derechos humanos y proceso penal, es el jefe de equipo de los proyectos ProPaz I y II que AMBERO Consulting Gesellschaft mbH implementa en Colombia. En esta entrevista, nos cuenta cómo seis años de construcción e implementación de la paz han cambiado vidas y por qué es importante que todos los miembros del equipo tengan una visión conjunta.

En Colombia, el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania BMZ está apoyando el proceso político, social y de justicia transicional de superación del conflicto armado que sufrió el país durante unos 50 años. Los proyectos ProPaz I y ProPaz II están integrados en este plan de apoyo y se ejecutan bajo la dirección de la GIZ. En nombre de la GIZ, AMBERO es responsable de determinados submódulos de los proyectos. ProPaz I se centró en el proceso de justicia transicional, verdad y la memoria histórica, con un enfoque particular en el apoyo institucional. ProPaz II se centró en la consolidación del proceso de paz mediante un enfoque interinstitucional y psicosocial.

William, eres un abogado peruano. Cuéntanos ¿cómo llegaste a trabajar para AMBERO en Colombia?

Bueno, desde que salí de la universidad he trabajado en proyectos de justicia, básicamente derechos humanos y proceso penal. El destino quiso que me encontrara en Guatemala trabajando en el acuerdo de paz. Fue para apoyar el proceso de litigación de casos de violación de derechos humanos y fortalecimiento de las instituciones de justicia. Trabaje en Guatemala y Centroamérica desde 1995 hasta 2010*.

Un día un amigo alemán me preguntó si estaba interesado en un proyecto sobre la implementación del nuevo modelo procesal penal en Perú y le dije que sí. Ese fue mi primer proyecto con AMBERO, entre 2010 y 2014.

¿De qué trataba el proyecto?

Apoyamos la reforma del proceso penal y luego también del sistema de justicia penal. El proyecto salió muy bien, y cuando en 2018 AMBERO me contacta de nuevo para preguntar si me gustaría trabajar en un proyecto interesante al apoyo de la implementación del Acuerdo de Paz en Colombia para los temas de justicia, memoria y verdad, dije: “Bueno, probemos.” Y así fue como llegué al programa ProPaz I en agosto de 2018.

Poder darles esperanza a las víctimas de los hechos de violencia señalando que sí puede haber mecanismos para un cambio, para que encuentren un nuevo sentido a sus vidas y reconstruyan el tejido social. Eso me motiva.

¿Y qué te motivó a haberte dedicado a la implementación de los derechos humanos y los acuerdos de paz durante todos estos años? 

Justo estos días hemos estado conversando con mi hija, que ya tiene 16 años y está pensando que quiere hacer de la vida, y surgió la pregunta de por qué mi mujer, que también es especialista en derechos humanos, y yo escogimos esta rama.

Bueno, siempre hay diferentes mecanismos para resolver los conflictos y entre ellos está el derecho, ¿no? Y dentro del derecho están los derechos humanos y la cuestión de cómo poder darles esperanza a las víctimas de los hechos de violencia señalando que sí puede haber mecanismos para un cambio, para que encuentren un nuevo sentido a sus vidas y reconstruyan el tejido socialLa búsqueda de estas soluciones me motiva.

Y efectivamente, apoyar a este acuerdo de paz en Colombia es muy interesante, entre otras cosas porque trae las experiencias de todos los países latinoamericanos donde los acuerdos de paz ya se han aplicado. Hasta ahora ha habido buenas prácticas y experiencias con reparaciones y comisiones de la verdad, pero en Colombia se han transformado en un sistema normativo transicional, creando una estructura normativa con instituciones y procesos autónomos, que permite trabajar por estos procesos de reparación. Eso también me motivó.

2024: William Ramirez durante el “COL-COL”, un intercambio de experiencias entre las comunidades étnicas de las tres regiones del proyecto. (ProPaz II)

¿Y qué aprendiste durante tu tiempo como jefe de equipo?

He aprendido mucho, creo que se puede dividir en dos líneas principales. Por un lado, está la lógica de la cultura organizacional y estructural en los equipos de trabajo, y por otro el nivel temático, respecto al relacionamiento y los productos de resultados o impactos que tiene con la población.

Respecto a la estructura y la organización de equipo: no soy colombiano y nunca había trabajado en Colombia. Entonces le pedí a mi equipo – uno de los mejores con los que he trabajado, tanto técnica como personalmente – una introducción a la situación en Colombia, los problemas, la cultura, e incluso el relacionamiento con las personas. A cambio, la mayoría del equipo de AMBERO no había trabajado nunca en un proyecto de la GIZ, entonces yo les daba los lineamientos generales de la estructura de los procedimientos de las guías GIZ para trabajar. Fue un proceso de introducción mutua que nos ayudó a compenetrarnos. Otra cosa que me sirvió mucho al principio fue viajar con los equipos al interior del país para conocerlos mejor y conocer la forma de relacionamiento de los equipos.

2018: El equipo ProPaz I con William Ramírez (cuarto por la izquierda)
 2024: El equipo de ProPaz II con William Ramírez (cuarto por la izquierda) y Ginela Salazar, coordinadora del proyecto por AMBERO, en una visita de backstopping (extrema derecha)

Así que empezaste por conocer al equipo y el país.

Exacto. Eso fue importante para encontrar una visión común con el equipo de AMBERO-GIZ, que era un equipo multidisciplinario. Había abogados, psicólogas, asistentes sociales. Un proyecto como este establece indicadores, es decir, resultados mensurables que tenemos que cumplir en el curso de nuestro trabajo. Al principio teníamos reuniones todos los días para estudiar e interpretar el indicador que teníamos que cumplir hasta tener una visión conjunta. Esto nos ayudó mucho, porque independientemente de la región en la que se encontrara cada miembro del equipo, sabían qué norte debían seguir y qué lógica queríamos aplicar.

Mira lo que necesitas y en conjunto vemos dónde podemos ayudar.

¿Y cómo fue la cooperación con las instituciones y la población locales?

Lo que nos ayudó mucho fue la escucha de necesidades. O sea, nos sentamos con las instituciones después de haber hecho un análisis institucional, y les preguntamos: “Estamos aquí para apoyaros. ¿Cuáles son sus necesidades esenciales?”. Y cuando veíamos una coincidencia entre esas necesidades y nuestros indicadores, les decíamos: “Nosotros podemos contribuir y apoyar en este proceso”. Esto también me pareció un tema clave, para que las instituciones y las personas entiendan que no se trataba de llegar con un programa que nosotros queríamos trabajar, sino de llegar y decir: “Mira lo que necesitas y en conjunto vemos dónde podemos ayudar”.

Un proceso de escucha y aprendizaje. ¿Cuáles dirías que son los resultados de este trabajo y qué transformaciones hubo?

Hubo una transformación interna del programa entre la visión del Propaz I y la Visión de Propaz II; porque ProPaz I se centraba en el fortalecimiento de las instituciones en particular, es decir, cada consultor estaba designado a una institución. Era muy complicado encarar aspectos temáticos conjuntos. ProPaz II fue diferente porque se hablaba de procesos transversales comunes a las instituciones. Ahora podíamos trabajar juntando diferentes instituciones. O sea pudimos trabajar en los procesos psicosociales de reconciliación, por ejemplo, tanto con la Unidad de Restitución de Tierras, como con la Comisión de la Verdad y el Ministerio de Educación, lo que tuvo un impacto mucho mayor en las comunidades afectadas. Este es uno de los aspectos del cambio.

2024: Intercambio de experiencias y buenas prácticas entre tres comunidades indígenas y las instituciones regionales en Caquetá (ProPaz II)

Otro aspecto del cambio es el fortalecimiento de capacidades, tanto de individuos como de organizaciones o instituciones. Por ejemplo, cuando una organización de la sociedad civil tuvo que presentar un informe a las instituciones sobre cuestiones de justicia transicional, les apoyamos en capacitación y formación de los elementos para la preparación de un informe jurídico-social, con la finalidad que los documentos o informes posteriores pudieran ser elaborados directamente por la persona de la organización gracias a los conocimientos que habíamos proporcionado. Las personas con las que trabajamos en un inicio ahora son líderes que están dando esa formación o capacitación ellos mismos en su región. Así que aquí también se nota un cambio.

El solo hecho de que esta mujer pueda hablar de lo que le pasó y hoy apoye a otras mujeres, me parece fundamental.

En otras palabras, darles las herramientas a estas personas para que puedan seguir adelante.

Sí. Un ejemplo que me impactó mucho fue en uno de los talleres en Caquetá con mujeres que habían sido víctimas de violencia sexual. Una mujer que no conocía se me acercó y me dijo: “Fui secuestrada por los paramilitares, me violaron y no se lo había podido decir ni a mi esposo ni a mi familia. Y gracias al apoyo psicosocial y al reconocimiento de mi dignidad, ahora me siento más tranquila”. Y esta conversa, el solo hecho de que esta mujer pueda hablar de lo que le pasó y hoy apoye a otras mujeres, me parece fundamental.

2022: Taller en Caquetá con mujeres que han padecido la violencia durante el conflicto armado (ProPaz II)

Un indicador directo del impacto de este trabajo. ¿Cómo ves la sustentabilidad de este proyecto?

Este año estamos trabajando mucho con la GIZ para ver cómo podemos finalizar este proceso. Estamos tratando de enfocar en tres temas principales: la sustentabilidad, los aprendizajes y los productos de comunicación y conocimiento.

A nivel institucional, hemos logrado dos cosas: Una son las cuestiones normativas, es decir, guías, protocolos, manuales, procedimientos internos que ya han sido aprobados por la institución, lo que significa que van a continuar con estos. La segunda es la formación de los funcionarios, no tanto en el conocimiento técnico, porque conocen los temas, sino en su propuesta metodológica para el relacionamiento con las personas que acuden a ellos.

¿Puede darnos un ejemplo?

No es lo mismo trabajar con mujeres víctimas de violencia que con personas cuyos familiares han sido secuestrados o desplazados. Desarrollamos herramientas y métodos que los funcionarios pueden utilizar dependiendo de con quién se van a encontrar. Hemos trabajado con cada uno de los funcionarios y ya están capacitados para hacerlo. Eso sería sustentabilidad institucional.

¿Y respecto la sustentabilidad del proyecto para las víctimas?

Sobre la sustentabilidad para las víctimas y las organizaciones de víctimas, se trata de darles herramientas para que sepan cómo dirigirse a las instituciones y plantear sus preocupaciones.

Y en cuanto a los productos de comunicación y conocimiento, estamos en proceso de sistematizar cada una de las herramientas, elaboración de  cajas de herramientas, manuales, procedimientos y videos. Si todo va bien, se pondrán a disposición en una página web -de la GIZ o de alguna de las contrapartes- para que las personas puedan acceder y bajar los documentos que puedan ayudarles en su trabajo.

Estos son más o menos los tres temas principales de este proceso de finalización, para hacer sustentable el proyecto.

2024: Intercambio de experiencias entre comunidades étnicas de las tres regiones del proyecto “COL-COL” (ProPaz II)

Si estuviesemos tocando estos mismos temas con otra metodología, ya nos hubiésemos peleado.

Y para ti personalmente, tras seis años con ProPaz en Colombia: ¿cuál es tu conclusión, ¿cómo te sientes?

Con mucha satisfacción por el trabajo realizado, porque se ven los impactos positivos y los cambios. El relacionamiento con las víctimas y el trabajo con los funcionarios de las instituciones me han enseñado mucho.

La semana pasada tuvimos un intercambio de experiencias de las tres regiones con las que trabajamos. Era sobre las prácticas de sanación indígena y sobre cómo las comunidades indígenas quieren interactuar con las instituciones estatales. Y uno de los participantes que estaba ahí me dijo: “Miren, la metodología de ProPaz es la mejor que he visto. Si estuviesemos tocando estos mismos temas con otra metodología, ya nos hubiésemos peleado. Pero ustedes lo manejan tan bien como parte de un proceso que al final nos sentamos juntos a conversar algunos aspectos difíciles, pero no hay rencillas, sino búsqueda de soluciones”.

Y creo que ahí es donde se siente la mayor satisfacción.

*Esta entrevista se realizó originalmente para la plataforma interna DorschOnline, donde se publicó en agosto de 2024. Esta versión ha sido adaptada con permiso de DorschOnline para su publicación en la web de AMBERO.

**Nota de la redacción: Tras 36 años de guerra civil en Guatemala, que costó alrededor de 200.000 vidas, en diciembre de 1996 se firmó un acuerdo de paz entre la guerrilla y el gobierno, que puso fin a la guerra civil.